Todo comenzó con un marco, una
visión de libertad.

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Después de Sitges, Ibiza llamó.

En 1973, una pequeña casa
abrió sus puertas y nació Pacha.

No era solo un club. Era un mundo
donde la música mandaba y las
reglas desaparecían.

Luego vino la cereza , más que
un símbolo, una chispa que lo
iluminó todo.

Los ritmos psicodélicos llenaban el aire.
Jazz, rock, disco, una nueva cultura emergía.

No había relojes. Ni periódicos. Solo la
noche y la gente en ella.

La casa se convirtió en un templo.

La isla se convirtió en mi hogar.

Pasaron décadas, pero el sentimiento solo creció.
Más fuerte, más audaz, más libre.

Y ahora, volvemos por la misma puerta.

50 años después, la
historia sigue bailando.