Ibiza se convirtió en los 70 en un refugio para artistas, músicos, escritores y aquellos que buscaban escapar de las convenciones sociales y represión. Conectada por la ruta hippie que recorría lugares como Ámsterdam, Goa o San Francisco. La música se alzaba como la banda sonora de una época en la que las noches ibicencas se impregnaban de ritmos psicodélicos, fusiones de rock y jazz, y la emergente cultura disco que empezaba a hacer vibrar las pistas de baile.

Fue entonces, tras fundar Pacha Sitges en 1967 cuando Ricardo Urgell descubrió Ibiza y supo que la isla requería su toque mágico. En 1973, Pacha abrió sus puertas, convirtiéndose en un auténtico templo de la libertad, donde los cuerpos bailaban al compás de la música hasta el amanecer, creando un universo paralelo donde los sueños y las pasiones fluían sin restricciones. Y continúan bailando.

En aquellos tiempos, esa música y las luces de colores transportaban a la gente a otra galaxia. Desde entonces, Pacha no ha dejado nunca de crecer por todo el mundo y hoy, en más formatos y lugares del mundo continuamos transmitiendo el mismo sentimiento.

“La Ibiza del 79. Locos inadaptados, buscando otra alternativa de vida. experimentando con la sensibilidad y las posibilidades del cuerpo y del cerebro. Nadie llevaba reloj. No se leían periódicos ni se veía la televisión. Todos hacían de su inmadurez un estandarte y llenos de la energía telúrica de esta maravillosa isla, deseaban fundirse con la naturaleza en su estado más primitivo, hace 50 años hacia un amor que había cambiado la historia de la isla”.